El palangre de superficie es una arte pesquera formada por una línea principal (línea madre), a la que se unen líneas secundarias (brazoladas) con un anzuelo cebado en su extremo para la captura de varias especies de peces (pez espada y afines, atunes, entre otras). La línea madre se mantiene en la zona superficial mediante boyas, puede tener varios kilómetros de longitud y soportar cientos de anzuelos. Peces como la caballa y cefalópodos como la pota o el calamar son utilizados como cebo. Algunos palangres cuentan además con dispositivos luminosos para atraer a las especies objetivo. Las tortugas también se ven atraídas por los cebos y/o por las luces, por lo que pueden morder, tragar o engancharse externamente en el anzuelo o enredarse en la línea. Todas las especies de tortugas pueden ser afectadas, aunque la tortuga laúd y la boba presentan mayor riesgo a causa de sus hábitats de alimentación.
Casale (2011) estimó una captura accidental de 57.000 tortugas al año por palangre de superficie en el Mediterráneo, analizando datos de 10 países, suponiendo
20.200 tortugas capturadas anualmente, con un porcentaje de mortalidad del 30% (17.100 tortugas al año). Este mismo autor estimó una captura accidental de 13.000 tortugas al año por palangre de
fondo para el Mediterráneo (datos de 12 países), con una mortalidad del 40% (5.200 tortugas al año). A nivel español, Álvarez de Quevedo et al. (2013)
calcularon una captura accidental de 10.656 tortugas bobas al año por parte de la flota española de palangre de superficie del Mediterráneo, con una tasa de mortalidad cercana al 35%, lo que
supondría la muerte de algo más de 3.700 tortugas bobas cada año.
Medidas de mitigación como el uso de anzuelos circulares o G en lugar de los tradicionales (J) han reducido la captura accidental y el grado de supervivencia de tortugas, manteniendo la tasa de captura de la especie objetivo en algunos experimentos. Sin embargo, en otros la reducción de captura accidental no se mostró significativa o la pesca objetivo se vio reducida. Es así, que algunos autores concluyen que la efectividad de estos anzuelos depende de varios factores, que son diferentes en cada flota y región pesquera.
Parece haber acuerdo general en que la captura accidental es mayor cuando se utiliza como cebo calamar, por su consistencia elástica, en lugar de pescado, que pueden mordisquear; esto hace que el calamar se ingiera entero, produciendo por ello también mayor daño en la tortuga, independientemente del tipo de anzuelo.
Otras medidas se centran en calar los anzuelos a mayor profundidad (40 metros o más), lo cual tendría menor impacto, ya que las tortugas suelen pasar la mayor parte del tiempo a profundidades menores. No obstante, el uso del hábitat (y, por tanto, la profundidad a la que se encuentran las tortugas) varía por especie y región.
En el Mediterráneo español se ha concluido que la tasa de captura accidental de tortuga boba se ve reducida en los segmentos de palangre que son recogidos antes del amanecer; esta captura aumenta con la luz del día; la tasa de captura de pez espada no varió significativamente entre la noche y el día. Por ello, el uso del palangre solamente durante la noche podría reducir la captura accidental.
Por otra parte, el uso de técnicas adecuadas para la liberación y manejo de tortugas capturadas accidentalmente puede reducir la tasa de mortalidad de las mismas. La liberación por medio de desanzueladores, el corte de sedal a ras de la boca de la tortuga o el uso de técnicas a bordo para la extracción del anzuelo, el sedal, su reanimación o recuperación pueden incrementar la supervivencia de individuos capturados accidentalmente.
Fuentes consultadas:
Casale, P. 2011. Sea turtle by-catch in the Mediterranean. Fish and Fisheries 12: 299–316.
Álvarez de Quevedo, I., M. San Félix & L. Cardona. 2013. Mortality rates in by-caught loggerhead turtle Caretta caretta in the Mediterranean Sea and implications for the Atlantic populations. Marine Ecology Progress Series 489: 225–234.